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¿Servir o imitar?

¿Servir en riqueza o imitar en pobreza?

Estas reflexiones son deudoras de la larga compañía que la obra de
Juan Luis Segundo
(jesuita uruguayo fallecido el 17 de enero de 1996),
El hombre de hoy ante
Jesús de Nazaret Ediciones Cristiandad, 1982
,
me hizo durante todo mi viaje por Latinoamèrica (Brasil, Bolivia, Venezuela) del año 1986.
Elegí esta compañera de viaje gracias a los consejos de
José Ignacio González-Faus.
Como humilde homenaje a Juan Luis Segundo, a quien no he llegado a conocer personalmente, repito -como dicha por mi- la aclaración que él hacía el año 1985, en su libro Teología de la liberación. Respuesta al Cardenal Ratzinger Ediciones Cristiandad, 1985:
Deseo dejar esto en claro desde el comienzo: entiendo que mi teología (es decir mi interpretación de la fe cristiana) es falsa si la teología del documento es verdadera o es la única verdadera.
Y añadía:
A fuer de sincero, si esa teología es justa y cabal, la mía, la que he formulado en mis libros desde hace casi veinticinco años, y practicado pastoralmente, es, por cierto, errada.
El "documento" al que se refiere era la Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación, de la Congregación para la Doctrina de la Fe (del 3 de septiembre de 1984).
Aclaración que muy bien podríamos repetir después de la Dominus Iesus (del 6 de agosto de 2000).
Hago mías -como dirigidas también a mi- las exhortaciones que el P. Peter-Hans Kolvenbach, General de la Compañía de Jesús, daba en carta de 7 de mayo de 1997 al también jesuita uruguayo, P. Horacio Bojorge: Sería oportuno que Usted publicara su evaluación de la obra del P. Segundo, participando así en el diálogo teológico y contribuyendo a la formación de la mentalidad de los cristianos y, en particular de los miembros de la Compañía. Desconociendo, por ahora, cuáles eran las intenciones originales del P. Kolvenbach, creo que su exhortación fue recibida por el P. Bojorge en un sentido bastante diferente del que yo quisiera dar.

  
  
  
  
  

...potest esse summa perfectio
cum magna opulentia


...puede haber suma perfección
con una gran riqueza

Santo Tomás, Summa Theologica, II-II, q. 185, a.6, ad 1

Los jesuitas, todos lo sabemos, tenemos fama de elitismo, de seleccionar muy bien nuestro público. Es, ciertamnte, una fama bien ganada y de la cual no nos deberíamos avergonzar. El mismo San Ignacio, ya mucho antes de fundar su Compañía, recomienda esta actitud. No sé si sería exagerado decir que sería una de sus primera normas apostólicas

Según la disposición de las personas que quieren tomar exercicios spirituales, es a saber, según que tienen edad, letras o ingenio, se han de aplicar los tales exercicios; porque no se den a quien es rudo o de poca complisión, cosas que no pueda descansadamente llevar, y aprovecharse con ellas... Ansimesmo, si el que da los exercicios viere al que los recibe ser de poco subiecto o de poca capacidad natural, de quien no se espera mucho fruto; más conveniente es darle algunos destos exercicios leves hasta que se confiese de sus peccados; y después dándole algunos exámenes de conciencia, y orden de confesar más a menudo que solía, para se conservar en lo que ha ganado, no proceder adelante en materias de elección, ni en otros algunos exercicios, que están fuera de la primera semana; mayormente quando en otros se puede hacer mayor provecho, faltando tiempo para todo

Anotación 18
De los Exercicios Spirituales

No sería hacer justicia a San Ignacio si pensáramos que este "no proceder adelante" es sólo una norma práctica: no perder tiempo

...mayormente quando en otros se puede hacer mayor provecho, faltando tiempo para todo

Tampoco le haríamos justicia si creyéramos -algunas de sus expresiones pueden inducirnos a ello- que sólo tiene en cuenta las capacidades intelectuales

...según que tienen [...] letras o ingenio...

...porque no se den a quien es rudo...

...ser de poco subiecto o de poca capacidad natural

Pienso que más bien deberíamos decir que esta norma del "no proceder adelante" responde a la profunda convicción de que -aunque nunca negará su posibilidad- no es necesario buscar milagros ni esperar nuevas caídas del caballo.

Es, en el fondo, una apuesta por la seriedad de lo que está en juego: lo que en palabras "espirituales" decimos "buscar la voluntad de Dios" es un proceso plena y totalmente humano, en palabras del mismo Ignacio, un "reflectir en mí mismo".

Este proceso, este "reflectir en mí mismo", tiene un punto de salida y un término de llegada, o mejor dicho, de ir llegando. El punto de salida es una coherencia interna, una existencia en la verdad, una disponibilidad plena... Ignacio sabe que no todo el mundo llega a este grado de exigencia

Esta exigencia, en su aspecto interno, se concreta en un deseo de aprovechar "en todo lo posible", pide un coraje y una generosidad para iniciar este proceso (y para seguirlo), que exige como condición previa (y no como meta a conseguir al final del camino) "ofrecer todo su querer y libertad".

En el aspecto externo, pero apuntando a actitudes interiores, esta exigencia pide un desocuparse ("al que es más desembarazo"), un cambio de nuestro espacio cotidiano (vivienda, amigos, parientes, trabajo), una capacidad de concentrarse ("no teniendo el entendimiento partido en muchas cosas, mas poniendo todo el cuidado en sola una" [20], una libertad para utilizar toda nuestra capacidad natural

Un jesuita no puede perder su tiempo si no tiene delante, en palabras de Juan Luis Segundo, un hombre (una mujer)

...capaz de pensar, juzgar y actuar con todas las fuerzas de su ser convergiendo hacia un solo punto, el encuentro con la verdad donde debe decidirse su destino

El término de llegar (o de ir llegando), es encontrar, a lo largo de toda una serie de contemplaciones de la vida de Jesús, el criterio, para mí, de elegir; esto es, de ir ordenando mi vida. La contemplación de la vida de Jesús (o mejor dicho, las sucesivas contemplaciones de la vida de Jesús, será el terreno, el campo de juego, donde mi verdad, mi existencia en autenticidad, se confrontará, se pondrá cara a cara con otra verdad, más amplia que la mía, que la supera, pero que la puede integrar

No negamos -¡Dios nos guarde!- los milagros, los cambios totales que se dan en un abrir y cerrar de ojos, lo que llamamos "conversiones"; creemos en un proceso de integración, de pausada "transubtanciación", de un irnos transformando en la imagen del Hijo (2Cor 3, 18), el destino -según Pablo en la Carta a los romanos (Rm 8, 29)- de todo ser humano

Es -y una vez más son palabras de Juan Luis Segundo-

...toda una existencia humana que sale al encuentro de una palabra y se prepara para comprenderla, profundizarla, sentirla, asimilarla y realizarla al máximo.

Permitidme que lo repita: comprenderla, profundizarla, sentirla, asimilarla, realizarla...

Si salimos al encuentro de una palabra, ¿todo lo que habríamos de hacer no es escuchar?, ¿o obedecer?, ¿o cumplirla?

Si contemplamos cómo Jesús llama a sus discípulos, ya sea en la narración joánica del "Venid y lo veréis" (Jn 1,38), o en la narración sinóptica del ""Venid y os haré pescadores de hombres" (Mc 1,17), o el más corto "Sígueme" (Mc 2,14) dirigido a quien, sentado, recaudaba los impuestos, no es, en nuestro proceso espiritual, para ir y verlo", ni para "levantarse y seguirlo", ni para "dejar inmediatamente las redes, las barcas y el padre Zebedeo con los jornaleros y seguirlo", sino para que, todo a lo largo de un recorrido a través de "las diversas mociones", experiencias auténticamente humanas, "discurriendo y raciocinando por sí mismo", encontremos el criterio definitivo de nuestra elección.

Convendría aquí hacer una pausa, para tranquilizar a todos aquellos (y aquellas) que me dirán: ¿Y por qué no lees un poco más?

...quier por la raciocinación propia, quier sea en cuanto el entendimiento es ilucidado por la virtud divina... (Anotación 2)

Y este otro:

...que el mismo Criador y Señor se communique a la su ánima devota (Anotación 15)

Y esta que puede parecer definitiva:

...dexe inmediate obrar al Criador con la criatura y a la criatura con su Criador y Señor (Anotación 15)

Juan Luis Segundo nos pide que, llegados a este punto, hagamos una larga pausa. Según él, hemos llegado a "un punto esencial de la teología de los Ejercicios"; esto es de nuestra vida de oración.

Estamos aquí frente a un punto esencial de la teología de los ejercicios: la absoluta confianza de Ignacio en que, cuando el hombre pone su existencia entera en seguir, día tras día y semana tras semana, el desarrollo de los dos criterios anteriores, la palabra de Dios se hará oír proporcionando los elementos del tercer criterio, el mayor servicio y alabanza de su divina majestad. (Pág. 725)

Aprovecho esta pausa para hacer una pregunta fuera de programa:

Si san Ignacio creyera lo que escribe, habría continuado escribiendo su libro de los Ejercicios? ¿Acaso tenía la pretensión de poner límites y de señalar los tiempos a la "inmediata" comunicación del Creador con su devota creatura?

Por su parte, Juan Luis Segundo nos hace esta pregunta:

¿Pensamos literalmente que tal o cual consolación o desolación constituyen una comunicación directa y personal de Dios o de Satanás al ejercitante, de la misma manera que muchas personas atribuyen la duración y la abundancia de una lluvia a una intervención o voluntad específica de Dios? ¿O la atribuimos a causas psicológicas, como atribuimos la lluvia a las meteorológicas? (Pág. 726)

Ignacio (¡no tengamos la menor duda!) daría por respuesta a la primera pregunta un sí bien firme, pero la respuesta de "el hombre de hoy" Recordemos que estamos citando El hombre de hoy ante Jesús de Nazaret sería que

...los signos dados por las mociones internas no provienen "inmediatamente" de Dios o del enemigo, sino que han de ser interpretados y mediados por las distintas corrientes de la psicología profunda

y no por ello

...renuncia a interpretar las consolaciones y desolaciones como criterio, y aun como criterio proveniente de Dios. (Pág. 727)

Las mociones interiores podrán ser comprendidas como una comunicación inmediata del Creador a su cretura, cuando hayan estado bien interpretadas por el ejercitante (recordemos que no todo el mundo llega a la categoría de "ejercitante") que -después de un cierto tiempo (día tras día, semana tras semana) de ir experimentando con la ayuda del director- ha aprendido a discernir los diversos movimientos que pasan por su espíritu.

Recordad lo que dije en ...


(sigo recomendando su lectura)
Para los años de la jubilación dejo un estudio comparativo en este tema entre Rahner y el amigo Juan Luis Segundo, en su comentario a los ejercicios en El hombre de hoy ante Jesús de Nazaret. Para ello se debería leer el capítulo V (Desmitologización y espíritus) de la tercera parte (El Cristo de los Ejercicios espirituales). Por si alguno llega antes a la jubilación, son las páginas 719-735.



Después de esta introducción y pensando que quien ha llegado hasta aquí reúne todos los requisitos de poder "proceder adelante en materias de elección" (Anotación 18), pasamos ya a nuestra pregunta

¿Servir en riqueza o imitar en pobreza?
La imitación de Jesús en los Ejercicios Espirituales

Riqueza y pobreza (como salud y enfermedad o como vida larga y vida corta) son para Ignacio dos opciones válidas para "servir a la su Majestad divina". ¿Cómo decidirse?

Hagamos una comparación futbolística. Todos sabemos que para un buen aficionado, los penaltis para decidir un partido es -como último recurso- la menos mala de las soluciones posibles. De manera parecida, para san Ignacio, pues, la imitación de Jesús, como último recurso, una vez que una persona ha visto después de muchos días que en sus circunstancias tanto es servir en pobreza o en riqueza, es la menos mala de las soluciones posibles.

San Ignacio ya antes de empezar a "jugar" (anotación 15), nos adfvierte que un Barça-Real Madrid puede ser un buen partido tanto si gana uno como si gana el otro y que el árbitro no debe hacer nada para inclinar el "partido" "más a pobreza que a sus contrarios" [15], y el "melius" (lo mejor) en el servicio de Dios tanto puede ser por un camino como por el otro.

En el "Principio y Fundamento" [23] deja bien claro que la riqueza (como la salud y el honor) puede ser "lo que más conduce para el fin que somos criados". Más adelante, ya en la segunda semana, en la oración al "Eterno Señor de todas las cosas" [98],el "pasar todas injurias y todo vituperio y toda pobreza" queda condicionado al "mayor servicio y alabanza" y a la elección divina. Recordando nuestro lenguaje de filosofía podríamos decir que para san Ignacio "pobreza" y "mayor servicio" non convertuntur.

Idea de Juan Luis Segundo es también la del "vacío cristológico", que unida a que san Ignacio había leído el Kempis, pero no la Lectura materialista del Evangelio de Fernando Belo, lectura todavía recomendable hoy día, da el extraño, y poco explicable por los teóricos de los Ejercicios, Preámbulo para considerar estados [135]: la contemplación de la vida de Jesús no rompe el empate entre los diversos "estados o vida que Dios nuestro Señor nos diere para elegir". La contemplación de la vida de Jesús no lleva a la pobreza.

A continuación viene la famosa "meditación de dos banderas" [136], e interesa el lenguaje militar: "el sumo capitán general de los buenos", "el caudillo de los enemigos" (los buenos y malos de toda buena película del oeste: visión infantiloide de la vida y del mundo Hablamos de los Ejercicios de san Ignacio; no de san Ignacio. Es una distinción que no conviene olvidar. El mismo Juan Luis Segundo ya nos dice que san Ignacio no hizo mucho caso de los Ejercicios en su vida). Y si es famosa esta meditación, famosa también será la distinción entre la "summa pobreza espiritual" y la "pobreza actual" Dejo el tema del origen histórico y del desarrollo a lo largo de la historia de esta distinción para los años de mi jubilación. Los estudios exegéticos de F. Camacho, de la escuela de Juan Mateos, nos indican que esta distinción no la podemos hacer remontar al evangelio de Mateo.

A pesar de las horas que llevamos de contemplación de la vida de Jesús, la pobreza actual queda condicionada a "si su divina majestad fuere servida Parece que san Ignacio acabó sus estudios de París sin tener muy claro cuál era el sexo de su divina majestad, ya que aquí la trata de femenina y en la página siguiente será ya todo un hombre: Fuere servido. En algunas cosas es un autor muy actual y los quisiere elegir" [146].Y delante de los 10.000 ducados de los "tres binarios de hombres" (¡curiosa es la expresión!) Hace poco, leyendo Roland Barthes (Sade, Fourier, Loyola) me he enterado que en los siglos XIV i XV llamaban binario la elección implicada en un caso de conciencia san Ignacio puede olvidar el evangélico imperativo del "vende todo lo que tengas y repártelo entre los pobres" (Lc 18,22) para seguir hablando con conjunciones condicionales: "según que Dios Nuestro Señor le pondrá en voluntad, y a la tal persona le parescerá mejor para servicio y alabanza de su divina majestad..., si no le moviese sólo el servicio de Dios nuestro Señor, de manera que el deseo de mejor poder servir a Dios Nuestro Señor le mueva a tomar la cosa o dexarla" [155]. Y la cosa que "mejor puede servir a Dios nuestro" pueden ser los 10.000 ducados. Estamos llegando a un punto culminante de los Ejercicios; la indiferencia delante de "pobreza o riqueza" [157], hasta tal punto que "no quiero ni me afecto más a tener riqueza que pobreza" [166].

Hemos llegado al final del partido y el resultado es el empate: "igual servicio de Dios nuestro Señor y salud de mi ánima" [166]. Jugamos la prórroga y el resultado persiste: "igual alabanza y gloria de la divina majestad" [167]. Y ahora llega la tanda de penaltys: "por imitar y parescer más actualmente a Christo nuestro Señor, quiero y elijo más pobreza con Cristo pobre que riqueza" [167].

También es de Juan Luis Segundo el decir que esta visión ignaciana de un "Cristo pobre", de un Cristo "lleno de opprobios", y de un Cristo "estimado por vano y loco" [167] no responde demasiado a la realidad: es agarrar lo que le pasó durante unas cuantas horas de su vida por toda su vida entera. Bien alimentado por unas mujeres ricas (Lc 8, 2s), era visto por una parte de la gente como "glotón y borracho" (Lc 7,34), recibía las consideraciones debidas a un maestro bien considerado, alabado y aclamado por el pueblo, temido por las autoridades... A más de un pobre de nuestras ciudades ya le gustaría este "tren de vida".

San Ignacio llega a ser tozudo: el "para más le imitar y servir" sigue quedando condicionado al "igual o mayor servicio y alabanza a la su divina majestad" [168]. Si san Ignacio hubiese pagado los servicios de un buen corrector (yo mismo le hubiera podido hacer este trabajo a un precio bien razonable), no nos preguntaríamos ahora cómo el "más servir a Cristo" puede ser diferente del "mayor servicio a su divina majestad".

Gracias por la visita
Miquel Sunyol

sscu@tinet.cat
Julio 2004
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Juan Luis Segundo, fallecido en enero de 1996, a los setenta años, dejó una vasta obra editada y un único manuscrito terminado e inédito (El infierno. Un diálogo con Karl Rahner). Se cuentan en su producción intelectual numerosos artículos, cursos en universidades de todo el mundo y diecisiete libros publicados, entre los que sobresalen De la sociedad a la teología (Lohlé, Buenos Aires, 1970), Liberación de la teología (Lohlé, Buenos Aires, 1975), El hombre de hoy ante Jesús de Nazaret (Cristiandad, Madrid, 1982), Teología de la liberación: respuesta al cardenal Ratzinger (Cristiandad, Madrid, 1985), El dogma que libera: fe, revelación y magisterio dogmático (Sal Terrae, Santander, 1989), ¿Qué mundo? ¿Qué hombre? ¿Qué Dios? (Sal Terrae, Santander, 1993), El caso Mateo: los comienzos de una ética judeocristiana (Sal Terrae, Santander, 1994).
También La historia perdida y recuperada de Jesús de Nazaret. (De los Sinópticos a Pablo) (Sal Terrae, Santander)



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